Cuando la bruja le contó a la Laura (mi hermana chica) que yo viajaría por el mundo y encontraría el amor en esa aventura, fue lo más absurdo que había escuchado en mi vida! Pero ahí estaba yo, casi 10 años más tarde, bajándome del avión en mí querido Chile, después de haber viajado más de tres años por el mundo y haber encontrado el amor a miles de kilómetros de mi casa!

Junto a la Clem decidimos pasar 3 meses en mi tierra. Ella, decidida a aprender el acento chileno y yo, necesitaba pasar un tiempo con la familia, amigos y sobre todo pasar el día hablando español. Aunque muchos no lo creen, viajar y hablar otra lengua cansa. Y cansa mucho!

Fueron tres meses donde recargamos baterías, trabajamos, viajamos, comimos completos y tomamos piscola! Pero nunca olvidamos nuestro objetivo principal de aquel paréntesis en nuestra aventura! Después de pasar rabias con el registro civil, la había conseguido! En mi pasaporte ya tenía mi tercera Working Holiday Visa. El 3 de Febrero 2016 nos subimos al avión: destino Francia!

Durante el vuelo, mis miedos volvieron cual “déjà vu” en mi cabeza, a pesar de ya haber viajado mucho en el último tiempo y de haber hecho dos Working Holiday Visas, una en Nueva Zelanda y otra en Australia. El miedo, el estrés, siempre están presentes, más en este caso, tendría que hablar francés! Mejor dicho: aprender! No sabía absolutamente nada! (No cometas el mismo error que yo, acá te dejo una excelente profe y barata!)

10 horas de vuelo y llegamos a Madrid, con pasaporte y visa en mano. No era de extrañar que la policía me hiciera todas esas preguntas que elevan tu nivel de adrenalina al 1000%. “Dónde vas? Cuál es el propósito del viaje? Que visa es esta?”(No la conocían!) Después de explicar los por qué, los cómo y los donde, por fin me timbraron el pasaporte. Ya era oficial! Mi tercera Working Holiday Visa había comenzado!

Working Holiday Francia

Como mi nivel de francés era absolutamente nulo, mi objetivo principal era pasar 24/7 en francés, y no sería nada fácil… Sabía que esta visa no sería igual a las otras. Había decidido que mi entorno seria 100% francés. No me juntaría con latinos, ni hablaría en español durante un año.

Segundo día en Francia y llegamos a la estación de ski L´alpe d´huez, cerca de Grenoble. Un pueblo sacado de revistas de aventuras, lleno de montañas, lagos, glaciares y muchas casas de piedra.

Por suerte, Clem tiene familia en un pueblo a 10 minutos de la estación. Fifí su primo lejano nos arrendó una habitación en el subterráneo de su casa por los siguientes dos meses.

Mi situación financiera no era la mejor en ese momento, así  es que tuve que buscar un trabajo lo antes posible.

Ese mismo día, sin perder un segundo, tiritando entre el miedo y el frio, me fui directamente a La Folie Douce, un restaurant, en medio de las pistas de esquí, a 2300 metros de altura. En una mezcla de francés e inglés, pedí hablar con Magali, la manager. Un par de días antes de viajar, había hecho mi tarea, había enviado un email a todos los lugares, donde posiblemente podrían aceptar un chileno que no hablaba francés. Casi por milagro Magali me respondió!

Ella muy simpática y entendiendo que mi francés era nulo, me dijo: “Cristian, comienzas mañana! Sacarás nieve y servirás las mesas, sin hablar!”

NO LO PODIA CREER! Segundo día en Francia, sin hablar francés y ya tenía trabajo! (No cometas el mismo error que yo, acá te dejo una excelente profe y barata)

Pase dos meses espectaculares en la montaña. Donde mi francés mejoro mucho, mi técnica de 24/7 había funcionado. Además de mi capacidad de comunicación, también aprendí a esquiar, y cómo no! Vivía en una de las estaciones más grandes de Francia y los precios no son para nada comparados con Chile.

Si tengo que resumir esos meses en la montaña podría decir que fue: Una temporada de aprendizaje!

Poco a poco la nieve comenzó a fundirse, llego el momento de emigrar. Ya hartos del frio, sabía que el resto de mi visa lo quería pasar bajo el sol. Y nada mejor que en Córcega (Corse, ile de beauté),ubicada en medio del mediterráneo.

Por eso me gusta tanto viajar, uno no deja de sorprenderse! Y Córcega no era la excepción! Playas azules, acantilados enormes, ciudades medievales, salames, quesos, vinos…. La lista puede ser interminable! Y yo estaba acá! Listo a pasar meses en la isla de la belleza.

Sabíamos que Bonifacio sería la ciudad que nos acogería. Jean y Jacotte, un matrimonio de aventureros retirados, tíos abuelos de la Clem tenían un terreno cerca de ese pueblo. Vivimos toda la temporada de verano en una pequeña casa rodante.

Compramos nuestro pequeño scooter (no hay transporte público) y nos fuimos a buscar trabajo. Clem rápidamente comenzó a trabajar en una tienda de ropa. Y yo, trabajé para la mafia del pueblo (NO es lo que piensan!) como ayudante de cocina en el restaurant del Patrón. Me quede solo una semana, una experiencia un poco bizarra, que me demostró que” la familia” aún existe en las islas del mediterráneo.

Sin rendirme, con Cv en mano y mi francés mediocre, me fui a buscar trabajo lejos del pueblo. Estaba seguro que un” simpático chileno “con ganas de trabajar sería bien recibido en cualquier otro lugar!

A no más de 5 minutos de donde vivía, en la playa Maora Beach, encontré a orilla de ella un simpático resto bar, Patrick su dueño, un francés típico de la isla: con mucho dinero, bueno para las bromas y más bronceado que el mismo Trumps, me recibió. Luego de una pequeña entrevista me dijo:” Mañana te vienes con tu short, lentes de sol y chalas”. Cómo? No sabía si mi francés me había jugado una mala pasada o que! Al día siguiente cual turista chino, perdido y sin entender nada, llegue a las 8 de la mañana dispuesto a comenzar mi nuevo trabajo de Playista. Lo único que tenía que hacer era atender a la gente que se instalaba en las reposeras de la playa.

El esfuerzo comenzaba a dar frutos, mi francés había mejorado mágicamente! Vivía la vida de francés en la isla, tenía mi polola, mis amigos y mi scooter. Pasaba mis días entre el trabajo, el kayak, el snorkeling… 6 meses indescriptibles!

Al terminar la temporada de verano, antes de partir de aquel magnifico lugar, decidimos hacer un tour completo de la isla, queríamos conocer la verdadera cultura del lugar, lejos de los lugares turísticos.

Visitamos los pequeños poblados en medio de la montaña, todos y cada uno protegidos por murallas que datan de las épocas de guerra entre las civilizaciones del mediterráneo. Le dijimos adiós a la isla de la belleza desde el barco que nos llevaba de vuelta al continente, Marsella sería la primera parada de nuestro viaje hasta la casa de la familia de la Clem en el norte del país. Fueron casi tres semanas de ruta, pasamos por la costa sur y subimos bordeando el atlántico y la mancha.

Mi visa comenzó a terminar. Un año lleno de aventuras y aprendizajes iba quedando atrás. Muy agradecido le decía adiós a este hermoso país que por un año me acogió y enseño las cosas simples de la vida. Lejos, había quedado ese joven, lleno de miedos, que 4 años atrás se subía por primera vez a un avión, para ir a Nueva Zelanda. Ahora llenaba sus zapatos, un hombre maduro, trilingüe, lleno de experiencias.

Junto a la Clem le damos un fuerte abrazo a su familia. Nos ponemos la mochila al hombro y tomados de la mano comenzamos a caminar, para así subir al avión que nos llevaría a la India….

Lee toda mi historia

seguros visa working

Puede que te interese:

Nueva Zelanda – Nueva Zelanda

Mi historia en Francia – Working Holiday en Francia